Publicada en lanoticiaimparcial.com
Bélgica se dispone a abrir un capítulo inédito en la regulación de la eutanasia. Tras casi dos años de debate, el proyecto para extender esa posibilidad a los menores con enfermedades incurables ha entrado en su fase final. La iniciativa belga resulta pionera porque renuncia a establecer un requisito de edad para los menores que se acojan a esta solución extrema, las reiteradas demandas de los médicos para regular este vacío legal han hecho que Las Cortes retomen este debate. El Senado votará este dossier antes del fin de la legislatura, para las elecciones generales de mayo. De momento, solo dos formaciones se oponen: la extrema derecha (el Vlaams Belang) y los democristianos de la CdH. Los senadores de ambos grupos representan el 11% de la Cámara. Se debatirá también la aplicación de la eutanasia a enfermos de alzhéimer, aunque esta opción está mucho menos madura.
El senador socialista Philippe Mahoux, uno de los principales impulsores de los cambios y cirujano de formación, defiende la necesidad de hablar de ello sin prejuicios: “Lo que es violento no es hablar de practicar la eutanasia, sino de que haya niños con enfermedades incurables, que sufren un dolor irremediable”.
“Soy totalmente favorable a esta opción con las garantías que se han establecido y siempre que exista consentimiento paterno”, explica Bernard de Vos, delegado general de los derechos del niño en la región francófona del país. Jacqueline Herremans, presidenta de la Asociación por el Derecho a Morir Dignamente, abunda en lo acertado de no fijar una edad, pues “hay niños que tienen una madurez terriblemente impresionante tras vivir esas experiencias”.
Francis Delpérée, líder de los democristianos, explica con precisión sus reticencias a esa idea. Lejos de criterios ideológicos, Delpérée aclara que está de acuerdo con la ley de la eutanasia, su objeción alude a que incluir en estos supuestos a los menores implica transgredir un elemento fundamental de la norma, que se basa en la voluntad de una sola persona, el enfermo. “Al concurrir personas suplementarias, los padres del menor en este caso, cambia completamente la filosofía”, razona. Este político considera suficientes las alternativas que ya existen: aplicar cuidados paliativos o sedaciones aceleradas, entre otros.
Bélgica es uno de los pocos países europeos que tiene regulada la ayuda a quienes eligen morir porque padecen una enfermedad incurable. La ley se aplica desde 2002 para adultos que han expresado la voluntad de morir al experimentar un sufrimiento físico o psíquico que no se puede aliviar. El interés belga por la eutanasia y el alto grado
de aprobación que suscita en todo el país han permitido abordar abiertamente un asunto tan espinoso como el fin planificado de la vida de un menor. La mayor parte de la población respalda esta visión. Un 74% de los belgas son favorables a esa extensión a los menores, según un reciente sondeo publicado por el diario La Libre Belgique. El porcentaje subía al 79% para el caso de los enfermos de alzhéimer.
Uno de los elementos que más debate ha suscitado es el relativo a la edad del menor. Frente al modelo holandés, que deja la decisión en manos del menor entre 16 y 18 años y exige el consentimiento paterno para casos entre los 12 y los 16, el legislador belga ha preferido no fijar límites. La condición será que tengan “capacidad de discernimiento”, un criterio que, además del médico que se enfrente a un caso de ese tipo, deberá evaluar un psiquiatra infantil. En la actualidad, los menores emancipados (a partir de 15 años) ya pueden someterse a una eutanasia sin permiso paterno.
Mientras, en España la situación legal de la eutanasia es esta: ni la eutanasia ni el suicidio asistido son legales. Sí se permite la sedación terminal, lo que es decir, dar medicación para calmar dolores insufribles aun a costa de que acorten la vida.
LEY 41/2002, de 14 de noviembre, básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica. “Todo paciente o usuario tiene derecho a negarse al tratamiento, excepto en los casos determinados en la Ley. Su negativa al tratamiento constará por escrito”.
Esta ley no es muy específica ya que no engloba todos los casos, por ejemplo, la situación de un paciente que no pueda decidir por sí mismo o que no haya especificado la decisión que le gustaría tomar en el testamento vital; y lo que es más, negarse al tratamiento no significa necesariamente eutanasia, ya que la eutanasia, no solo es una inacción, sino también una acción.