Llegar a casa, llego cansada y me duelen los pies, huelo el café hecho del mediodía, su olor aún recorre los pasillos y las habitaciones. Entro al salón, por fin me siento, noto cómo mis músculos se relajan y para hacerlo aún más placentero me enciendo un cigarro, me gusta cada calada que doy, oigo como se consume, pero no me gusta el olor que queda en la ropa.
Oigo unas llaves, la puerta se abre, llegas a casa, me gusta que me preguntes cómo me ha ido el día, te sientas en el sofá conmigo, me gusta que me rodees con tus brazos, que me pueda acurrucar a tu lado, que sepas como soy y que sigas aquí conmigo, porque no soy perfecta. Continuar leyendo «Me gusta, no me gusta.»