No busco la perfección. No aspiro a que me convine con las cortinas o con la tapicería del salón o que haga juego con los cojines de mi cama.
No necesito que resuelva ecuaciones de segundo grado, tampoco que vaya al supermercado en mi lugar (cosa que estaría bien). Tampoco que me escriba poemas románticos o que me lleve el desayuno a la cama (cosa que le agradecería).
Llevo tiempo buscándolo, pero no es fácil. Podría verlo mientras paseo, o verlo en algún escaparate con un gran cartel que me indicase que ahí está, que ese es el correcto; tal vez en una tienda especializada, para así hacerme más sencilla mi búsqueda.
Me han enseñado varios, pero ninguno acaba de convencerme del todo. Y los que parece que me gustan, después de probarlos por un tiempo, resultan defectuosos.
No es fácil encontrar la pareja adecuada, solo pido que me haga un poquito más feliz… tal vez así decida enamorarme.